Semana Cinco: Las bodas de Caná

Versículo para memorizar:

“Hagan lo que él les diga”. (María, Juan 2, 59)

Passage

Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino». Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga». Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas». Y las llenaron hasta el borde. «Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete». Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su o rigen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y les dijo: «Siempre se sirve primero el bu en vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento». Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.
(Juan 2, 1-11)

Preguntas para la meditación:

1) En este pasaje en el Evangelio de Juan, vemos a María, Jesús y sus discípulos en una boda. En los tiempos de Jesús, las celebraciones nupciales duraban varios días, porque los invitados a veces tenían que recorrer un largo camino. Esta era una boda lo suficientemente grande como para que el novio hubiera contratado a un mayordomo de vino y sirvientes. P: Cuando se acabó el vino, ¿qué hace María? R: Lleva el problema a Jesús. P: ¿Qué nos dice esto acerca de María? R: Tiene compasión por los anfitriones y quiere ayudarlos. P: ¿Cómo contestó Jesús? R: De manera similar a la historia del Hallazgo en el Templo, Él responde a su madre con una pregunta: “Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros?”.

2) ¡¡Espera!! ¿Cómo puede Jesús llamar a su madre “mujer”? En nuestra cultura sería una falta de respeto. Pero las prácticas culturales varían. En la cultura de Jesús era un término de afecto. Por ejemplo, en español hoy, “mujer” significa esposa. Los esposos llaman a sus esposas, mi “mujer” con afecto. El tono de voz es importante. Y las esposas que han estado casadas por un tiempo llaman a sus maridos, ¡”viejo”!

3) Jesús también le dice a su madre: “Mi hora no ha llegado todavía”. P: ¿Qué significa esto? R: La palabra “hora” se usa muy simbólicamente en el Evangelio de Juan. Jesús lo usa para identificar los momentos en su ministerio público cuando su “gloria” o divinidad se revela, ya sea a través de milagros o a través de su pasión, muerte y resurrección. Fue el principio de su ministerio, y Jesús hizo saber a su madre que este será el principio de Él revelando quién es.

4) P: ¿Qué hace María cuando Jesús cuestiona su preocupación por los anfitriones? R: Actúa con confianza. Ella no le dice a Jesús qué hacer, dirige la atención de los sirvientes a Jesús, dejando la pregunta abierta. María habla: “Hagan lo que él les diga”. Estas son sus últimas palabras registradas en la Escritura, pero no sus últimos actos. Sus últimas palabras a los sirvientes y a nosotros resuenan a lo largo de los siglos. Nosotros también somos siervos, y nosotros también debemos hacer lo que Él nos diga.

5) P: ¿Qué pasó en ese momento? Jesús ordenó a los sirvientes que llenaran de agua las tinajas de piedra. P: ¿Cambió Jesús de parecer acerca de ayudar a los anfitriones? R: Solo podemos “meditar” sobre esto. Tal vez la preocupación de María tocó el corazón misericordioso de Jesús.

6) Pregunta de matemáticas: Seis tinajas de piedra de 20 a 30 galones cada una. ¿Cuánta agua convirtió Nuestro Señor en vino? R: Entre 120 y 180 galones de “buen vino”. ¡Es un montón de vino! P: ¿Qué nos dice esto acerca de Nuestro Señor? R: No puede ser superado en generosidad. Dios provee abundantemente.

7) P: ¿Qué efecto espiritual tuvo este primer milagro? R: Los discípulos de Jesús creyeron en Él. En los tiempos modernos, el Papa San Juan Pablo II tomó la imagen del vino, vino nuevo, vino que se agota y el mejor vino en último lugar, como una alegoría para el matrimonio en su obra (también una película protagonizada por Burt Lancaster) llamada “El taller del orfebre”.


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